Cuando recibimos a Jesús en nuestros corazones, somos bendecidos y lo que está bendecido nadie lo puede maldecir. En Efesios 1:3 dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” entonces mis amados somos bendecidos en Cristo, Jesús pagó un precio muy alto para librarnos de todas esas maldiciones ancestrales, para que viviéramos en libertad.